Wan y Whannell se conocieron estudiando cine en Australia, donde Wan ya estaba haciendo gala de una visión excepcional para el cine de género. Whannell recuerda: «Fuimos a una academia de cine muy de arte y ensayo, donde se veía esmalte de uñas negro y boinas por todas partes, y la gente hacía películas acerca de la arena. Luego salía James y enseñaba sus cortos, que iban de zombis. Yo estaba convencido de que haría cosas geniales.»
Wan y Whannell se propusieron escribir juntos un guión que partiera de una sencilla premisa: dos hombres están encerrados en un lavabo y uno de ellos tiene que matar al otro. A partir de esta situación tan simple como intrigante, la trama crecería y se ampliaría para dar cabida a varios flashbacks y a un nutrido grupo de personajes.
Cuando Whannell tuvo claro cuál era el motor de la historia, supo que ya estaba listo para empezar a redactar el guión. «Tuve algunos problemas de salud antes de ponerme a escribir SAW y, aunque al final no eran como para alarmarse, actuaron como un revulsivo para mí e hicieron que me planteara cómo llevaba mi vida —recuerda Whannell—. Fue algo que me cambió de verdad. Se me ocurrió que éste sería un tema interesante en el que cimentar un thriller».
«El guión se estructuró de tal forma que todos los hilos de la trama terminaran juntándose al final —comenta Wan—. Como las piezas de un rompecabezas que acaban creando una imagen completa.»
Cuando Wan y Whannell terminaron el guión, su representante les animó a volar a Los Angeles para celebrar reuniones sobre el proyecto. A estos dos jóvenes con los bolsillos vacíos, no obstante, aquel viaje a la otra punta del mundo les parecía más bien un «caro apretón de manos». Decididos a sacar el máximo partido al dinero de su viaje, los dos cineastas en ciernes se dieron cuenta de cuál era la única opción que tenían: gastar más dinero. Reunieron como pudieron algunos miles de dólares y, a partir del guión, rodaron una escena protagonizada por Whannell tan brutal como convincente con el propósito de que este fragmento avalara sus respectivas capacidades como director y actor. Grabaron el corto en un DVD y lo hicieron llegar a productores de Los Angeles junto con el guión. «Es lo más inteligente que hemos hecho en la vida», concluye Whannell.
A muchos miles de kilómetros de distancia, en Los Angeles, el productor Greg Hoffman estaba esperando el momento de empezar una reunión cuando un agente amigo suyo lo metió en otro despacho para que viera el DVD de Wan y Whannell. «Al cabo de dos o tres minutos, la mandíbula me colgaba hasta el suelo —afirma Hoffman—. Volví corriendo a mi despacho con el DVD y el guión y se lo mostré a mis colaboradores.»
Para cuando Wan y Whannell se bajaron del avión para pisar el suelo californiano, Hoffman y sus colaboradores ya les habían hecho una oferta para financiar la película, que sería dirigida por Wan y protagonizada por Whannell en el papel de Adam. Acerca del DVD, Whannell se limita a decir: «Fue una de las pocas cosas en la vida que cumplen exactamente el propósito para el que están destinadas». Tres meses después, Wan y Whannell ya estaban rodando SAW.
Wan y sus productores vieron que con el DVD y el guión contaban con base suficiente como para atraer a un elenco de peso hacia el proyecto. Cuando Cary Elwes vio el DVD, mandó a Hoffman un mensaje de correo electrónico con una sola palabra: «alucinante». Empezó a leer el guión y se dio cuenta de que no podía parar. «Me lo leí de una sentada, y es algo que nunca hago —afirma Elwes—. Pensé: “Bueno, esto lo tengo que hacer. Como sea”. Era una historia de suspense magnífica, un thriller con una tensión increíble.»
Monica Potter, que interpreta a Alison, la esposa del Dr. Gordon, evoca la primera vez que vio el DVD: «Después de verlo, tuve que verlo otra vez. Hizo que me sintiera turbada, y era porque quería hacerlo. Quería estar en esta película y no sabía decir por qué. Me quedé un poco preocupada.»
«James y Leigh han sabido conectar con alguna parte de la psique —apunta Elwes—. Mientras andaba por los estudios los dos primeros días, todos me iban diciendo: “¿a que el guión es una pasada?” Nunca oyes al equipo de rodaje diciendo esto. Nunca.»
Para el papel de Tapp, el inspector de policía obsesionado con detener a Jigsaw, Wan pensó en Danny Glover. El experimentado actor se quedó «realmente impresionado con la visión de Wan» y, atraído por el carácter multidimensional del papel, se unió inmediatamente al proyecto. Glover sonríe al recordar cómo fue que Wan le eligió para el papel. «James me vio en un reportaje publicitario en Australia —ríe—. No me dijo “le vi en otra película”. Me vio en un reportaje publicitario.»
Puesto que la relación entre el Dr. Gordon y Adam constituye el eje de SAW, Elwes consideró que era preciso que él y Leigh Whannell realizaran algunas pruebas antes que empezara el rodaje. «Son dos personajes que se encuentran atados en una habitación en circunstancias muy extrañas —observa el actor—. Entre ellos surge todo tipo de emociones, pero al final encuentran realmente un territorio común, aunque terminen siendo antagonistas. Salieron cosas estupendas en los ensayos. Hemos tenido mucha suerte.»
Whannell, por su parte, afirma: «Para mí, lo más difícil era dar la talla frente a un gran actor como Cary. Por suerte, resultó ser un tío tan genial y atento que se me pasaron los nervios bastante rápido.»
Tras haber demostrado sus capacidades interpretativas en el corto que hizo con Wan, Whannell dejó de lado su faceta de guionista y se lanzó a interpretar su primer papel protagonista en un largometraje. Sin embargo, ver cómo se hacía realidad lo que había imaginado resultó ser una experiencia poco menos que surrealista. «Cuando has tenido algo en la cabeza durante tanto tiempo, poder tocarlo es realmente flipante —afirma el joven actor y guionista—. Como el lavabo, el escenario principal. Estuvo en mi cabeza durante dos años, y de pronto podía entrar en él, tocar las paredes. Era algo increíble.»
Era frecuente ver a Whannell en los estudios con unos auriculares, escuchando música, antes de rodar una escena. «A veces es difícil reunir el nivel necesario de furia o miedo, sobre todo cuando estás cumpliendo tu sueño de hacer una película. Me di cuenta de que la música podía inducirme un estado emocional concreto en poco tiempo.»
Independientemente de sus métodos, resulta patente que Whannell da la talla sobradamente frente a sus experimentados compañeros de cartel. «Leigh es un chaval con mucho talento —afirma Elwes—. Estoy muy ilusionado por él porque esta película le va a proyectar muy lejos.»
El reparto se mostró igual de ilusionado por el director novel James Wan, que ha demostrado que la dirección es, en palabras de Elwes, «un trabajo para el que ha nacido». Para Wan, dirigir SAW cumplió de lejos sus expectativas. «Siempre creí que mi primera película la haría con un par de colegas sin salir de casa, un grupo de amigos reunidos en torno a una mesa —afirma—. Pero esto es alucinante. Sobre todo me ha encantado trabajar con este reparto y este equipo. Todos me han apoyado mucho. He tenido muchísima suerte.»
«Creo que James será uno de los nuevos directores más prometedores que van a entrar al ruedo. No me cabe la menor duda —asegura Elwes—. Es todo un visionario y trabaja de maravilla con los actores. Crea un entorno en el que te sientes tan a gusto que tienes la sensación de que puedes atreverte a cualquier cosa.» «Te da margen para la creatividad —añade Glover—. Se trata verdaderamente de un trabajo en común.»
Monica Potter considera que la relativa inexperiencia de James fue en realidad un punto a favor, ya que le permitió ser más flexible y receptivo como director. «Los directores más veteranos pueden llegar a ser testarudos —observa la actriz—. James es dinámico y muy participativo. Sabe exactamente lo que quiere, pero le encanta escuchar nuevas ideas. Es un fenómeno.»
El público se ha mostrado claramente impresionado por las modélicas interpretaciones, la tensión y el suspense de SAW, pero es el final sorpresa de la película lo que ha dado más que hablar. «El inesperado giro del final es lo que da el toque genial a la película —opina el productor Mark Burg—, y por eso lo vamos a guardar en secreto.»
«Mi intención es que el final haga que la gente salga de la sala pensando en toda la película, como ocurría por ejemplo con SOSPECHOSOS HABITUALES y EL SEXTO SENTIDO —apunta Whannell—. Con estas películas, volvías a repasar escenas anteriores y todo quedaba más claro. De todas las partes de la película se desprende algo.»
Wan disfruta imaginándose el efecto que tendrán los fotogramas finales sobre el espectador. «Quiero que la gente salga apabullada de la sala. Completamente apabullada —ríe—. Está calculado para que sea así.»